Dicen que recordar es volver a vivir, y muchos de los jóvenes millenials, antes de la era digital, se divirtieron con estos sencillos juegos que además involucraban actividad física, sin necesidad de una tablet o un teléfono inteligente para mantenerlos entretenidos por horas. Te compartimos algunos juegos que marcaron la infancia de los millenials. Avión o rayuela ¿Quién no contaba los minutos para salir al recreo? ¿O que llegara el domingo para reunirse en familia y disfrutar de la diversión con los primos? Lo único que se necesitaba entonces era un pedazo de tiza, una piedra o papel mojado y mucha energía para saltar. El juego consistía en dibujar varios cuadros formando la figura del avión y dentro de cada uno, asignarle un número del 1 al 10. Una vez listo, los jugadores debían arrojar la piedra o papel mojado comenzando por la casilla número 1 y así sucesivamente en cada ronda. Una vez que caía correctamente, el jugador comenzaban a saltar por cada cuadro sobre un pie, excepto donde estaba la piedra, hasta el número 10. Al regresar debía volver a saltar por cada casilla y recoger la piedra sin caer hasta regresar al punto de inicio. Cada jugador realizaba la misma acción. Para divertirse al máximo, la recomendación era jugarlo con más de dos personas, pero incluso en solitario era entretenido. Brincar la cuerda Este juego de coordinación y ritmo era todo un ejercicio cardiovascular. Bastaba con brincar la cuerda en repetidas ocasiones mientras se cantaba una canción, y quien más durara sin tocar la cuerda era el ganador. Incluso había la opción de hacerlo con más personas y más de una cuerda. Este juego fue más popular entre las niñas, aunque los niños también se divertían. El teléfono descompuesto Un juego que nos sacaba las carcajadas y que todos podían disfrutar ya que no se necesitaba tener habilidades físicas, bastaba con tener sentido del humor y sacar frases ingeniosas. Aquí era necesario jugarlo con más de cinco personas y las reglas del juego consistían en ponerse en fila y la primer persona le susurraba a la segunda una frase, éste a su vez se la decía al siguiente niño con una alteración, y así sucesivamente hasta llegar al último participante, quien revelaba la frase final que por su puesto siempre terminaba muy diferente a la original. Encantados Este juego no tenía un límite de participantes, sólo bastaba elegir a un jugador para que fuera el “Encantador” y una base de refugio. El resto de los jugadores tenían que huir de él y si los llegaba a tocar quedaban encantados, y debían permanecer inmóviles hasta que otro niño (que no fuera el Encantador) los tocara para desencantarlos. El juego terminaba una vez que todos quedaban encantados y entonces se elegía a otro niño para ser el nuevo Encantador.